“Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios.”
1 Samuel 30:6
1 Samuel 30; 1-20
Cuando leemos la Biblia, los siervos preciosos que eran utilizados por Dios no siempre estaban en medio de la paz y en medio del gozo, ha habido mucha persecución y sufrimiento; en caso de José sus hermanos lo habían vendido a Egipto como esclavo y luego él mediante la difamación de una mujer tuvo que ir hasta la cárcel; el siervo del Señor, Pablo, también tuvo persecución.
Yo también mientras que he anunciado este Evangelio el diablo en varias ocasiones, continuamente me ha dado dificultad y persecuciones para que no pueda anunciar el evangelio, así recuerdo. No solamente ellos, cuando vamos anunciando el Evangelio todos nuestros ministros han sobrepasado esa persecución, claro, las veces que experimentamos aquello es cierto que Dios nos ayuda, sin embargo, como anoche le comenté, Pablo y Silas eran golpeados en la cárcel de Filipo y ellos decían “¿Cómo podremos despojarnos de ellos? Solamente no se podrá”. En medio de esa desesperación ellos estaban cautivados, luego Pablo y Silas a medianoche dijeron “No, Dios está en medio de nosotros, esto no será ningún problema” y cuando tuvieron ese corazón alabaron y adoraron a Dios, en ese momento de repente hubo un terremoto, todas las puertas se abrieron y fueron desatados.