Misión Buenas Nuevas

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Promesa del año ​2022

Promesa del año 2022

“Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios.”

1 Samuel 30:6

1 Samuel 30; 1-20

  1. Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego.
  2. Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino.
  3. Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos.
  4. Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.
  5. Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel, también eran cautivas.
  6. Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios.
  7. Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el efod a David.
  8. Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos.
  9. Partió, pues, David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y llegaron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos.
  10. Y David siguió adelante con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de Besor.
  11. Y hallaron en el campo a un hombre egipcio, el cual trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le dieron a beber agua.
  12. Le dieron también un pedazo de masa de higos secos y dos racimos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches. 
  1. Y le dijo David: ¿De quién eres tú, y de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un amalecita, y me dejó mi amo hoy hace tres días, porque estaba yo enfermo;
  1. pues hicimos una incursión a la parte del Neguev que es de los cereteos, y de Judá, y al Neguev de Caleb; y pusimos fuego a Siclag.
  2. Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: Júrame por Dios que no me matarás, ni me entregarás en mano de mi amo, y yo te llevaré a esa gente.
  3. Lo llevó, pues; y he aquí que estaban desparramados sobre toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.
  4. Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron.
  5. Y libró David todo lo que los amalecitas habían tomado, y asimismo libertó David a sus dos mujeres.
  6. Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David.
  7. Tomó también David todas las ovejas y el ganado mayor; y trayéndolo todo delante, decían: Este es el botín de David.

Cuando leemos la Biblia, los siervos preciosos que eran utilizados por Dios no siempre estaban en medio de la paz y en medio del gozo, ha habido mucha persecución y sufrimiento; en caso de José sus hermanos lo habían vendido a Egipto como esclavo y luego él mediante la difamación de una mujer tuvo que ir hasta la cárcel; el siervo del Señor, Pablo, también tuvo persecución.

Yo también mientras que he anunciado este Evangelio el diablo en varias ocasiones, continuamente me ha dado dificultad y persecuciones para que no pueda anunciar el evangelio, así recuerdo. No solamente ellos, cuando vamos anunciando el Evangelio todos nuestros ministros han sobrepasado esa persecución, claro, las veces que experimentamos aquello es cierto que Dios nos ayuda, sin embargo, como anoche le comenté, Pablo y Silas eran golpeados en la cárcel de Filipo y ellos decían “¿Cómo podremos despojarnos de ellos? Solamente no se podrá”. En medio de esa desesperación ellos estaban cautivados, luego Pablo y Silas a medianoche dijeron “No, Dios está en medio de nosotros, esto no será ningún problema” y cuando tuvieron ese corazón alabaron y adoraron a Dios, en ese momento de repente hubo un terremoto, todas las puertas se abrieron y fueron desatados.

 

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